El cuerpo grita lo que la boca calla
- Laura Berbis
- 5 may 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 jun 2022

Hoy hablaremos de la relación cuerpo mente, es decir “mente sana in corpore sana”.
Vamos a ver la relación directa e intensa entre las emociones, los órganos y los síntomas que podemos experimentar.
pensamiento=cuerpo emoción=síntoma
Cada minuto que pensamos de forma negativa, el sistema inmunitario queda afectado durante 5 horas, si nos mantenemos en la negatividad, vamos dejando paso a enfermedades ya que debilitamos nuestro sistema inmunitario.
Cuando nos mantenemos en stress, nuestras neuronas cerebrales sufren alteraciones que modifican nuestro sistema hormonal, provocando consecuencias en los diferentes órganos del cuerpo.
Al final se trata de observar las manifestaciones de dolor, ellas nos hablan de cómo está nuestro sistema emocional, y aprender a gestionar las emociones. Muchas veces tenemos sentimientos no manifestados que se proyectan en el plan físico.

El corazón o el intestino se relacionan con la alegría que los estimula, en cambio, la agitación o el exceso de excitabilidad, el stress o la ansiedad pueden causar taquicardias, insomnio y falta de concentración.
Las personas obsesivas y que se desbordan emocionalmente suelen tener un desequilibrio cardiaco y digestivo.
Si vivimos con resentimiento, rabia, agresividad, cólera, indignación, irritabilidad o ira, nuestro hígado y vesícula biliar sufrirán. Las personas muy activas que se preocupan en exceso, que reaccionan con agresividad e ira de manera desproporcionada al estímulo sufrido, tendrán manifestaciones físicas relacionadas con problemas del hígado y la vesícula, que se pueden presentar en forma de malas digestiones de las grasas, dolor en costado derecho, color amarillo de la piel y manchas oscuras en cara e incluso problemas de visión.
El temor, la falta de autoestima y la timidez están asociados a los riñones, las glándulas suprarrenales y a la vejiga. El miedo o la angustia pueden dar dolor lumbar e infección urinaria. Nuestra energía se ve reducida, con una disminución del metabolismo y alteraciones de los procesos de la digestión cuando sentimos estas emociones.
La Tristeza, la melancolía y la aflicción pueden afectar al pulmón. Podemos sentir opresión en pecho, dificultad para respirar, resfriados frecuentes, asma y problemas circulatorios, incluso falta de apetito o pereza.
El valor supremo de la enfermedad es que nos enseña el valor de estar vivos, y a poder cambiar el sistema emocional y nuestras creencias. La enfermedad y, finalmente, la muerte, nos recuerdan la vida.
Laura Berbis
Coach@PNL
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