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Equinoccio de Otoño


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El 23 septiembre la rotación de la Tierra cambiará su posición con respecto al Sol y esta será la bienvenida a las estaciones de otoño o primavera, según el hemisferio en el que nos encontremos. En el hemisferio norte a las 3:00 horas y 4 minutos, entraremos en el equinoccio de otoño, que durará 89 días y 21 horas, concluyendo el 21 de diciembre dando paso al solsticio de invierno.


Hay cuatro fechas astronómicas que marcan el comienzo de una nueva estación. Los equinoccios de septiembre y marzo; y los solsticios de junio y diciembre, son los momentos en que experimentamos el mayor número de horas de luz diurna (el solsticio de junio) y la menor cantidad de horas de luz diurna (el solsticio de diciembre).

La palabra equinoccio deriva del latín “equinox”, que se traduce como “igual”, se distingue porque el día y la noche tienen la misma duración. En los equinoccios las puestas de sol son más rápidas y en los solsticios los atardeceres y amaneceres más lentos. Esto ocurre porque en un equinoccio, el Sol sale hacia el este y se pone hacia el oeste, por lo que es el camino más corto para que se hunda debajo del horizonte.


Hay mucha mitología que rodea al equinoccio de otoño:


En la mitología griega, Perséfone era la hija de Zeus, dios supremo, y Deméter, diosa de la tierra y la alimentación. Fue raptada por Hades y convertida en su esposa. Su madre dejo que la vida en la tierra se secará, hasta que Perséfone regresará a su lado. Humanos, animales y plantas languidecían de hambre. Ante esta situación, Zeus ordenó la devolución de Perséfone, lo que fue acatado por Hades, pero no antes que la joven comiera granadas del Inframundo. Esto la obligaba a volver por un período determinado, cada año.

Es así como Perséfone pasa con su madre los meses de primavera y verano, pero en otoño comienza a prepararse para descender con su esposo.

Deméter se entristece y las hojas de los arboles caen, como sus lágrimas, mientras despide a su hija hasta la próxima primavera. El invierno ha llegado. regresa al Inframundo en el Equinoccio de Otoño para vivir con su esposo, Hades, durante medio año después de vivir en la Tierra con su madre, Deméter, comenzando en el Equinoccio Vernal.


Higan (que significa “la otra orilla”—nirvana), un servicio conmemorativo budista, ocurre en la época del equinoccio de otoño (así como el equinoccio de primavera), durante siete días y sirve para consolar a los espíritus ancestrales con los seres queridos que visitan las tumbas familiares.


Michaelmas, la fiesta cristiana en honor al arcángel Miguel, tiene raíces paganas en el equinoccio de otoño: el final del tiempo de cosecha, la marca de días más cortos y noches más largas, así como la expulsión de Lucifer del cielo por el arcángel Miguel.


En Japón se celebra el Shūbun no Hi, una fiesta nacional en la que las personas se reconectan con sus familias y visitan las tumbas de sus difuntos, santuarios y templos. Aunque tuvo origen shintoista, a partir de 1948 su significado se dividió para respetar el laicismo de la constitución japonesa.


En la pirámide maya de Chichén Itzá, en México, se puede apreciar durante el equinoccio de otoño a la figura de una serpiente gigante descendiendo sus escalinatas. Esta sombra representaba a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, dios de los toltecas a quien los mayas llamaron Kukulcán y su "descenso" se celebraba como el fin e inicio de las temporadas de cosecha.


Mabon, el Día de Acción de Gracias de la Bruja, era un dios galés y la “contraparte” masculina del mito de Perséfone. Tomado de su madre cuando solo tenía unos días, Mabon se gesta en el vientre de Modron (la Gran Madre) esperando renacer.

Cada año, hacia los últimos días de septiembre, las personas adeptas a las tradiciones paganas se reúnen en torno a una mesa atestada de comida. Después de una temporada de buena cosecha, están listos para compartir los frutos de la tierra con la comunidad. Desde hace más de 3 siglos, a lo largo de una semana, a este evento se le conoce como ‘Mabon’: la fiesta del equinoccio de otoño para los Wiccan.


El Equinoccio de Otoño marca un tiempo de balance. La energía de la naturaleza comienza a replegarse hacia el interior y ofrecemos nuestros respetos a la oscuridad que anticipa la llegada del invierno.

Es el tiempo de la última cosecha. Los frutos que no son recogidos caerán a la tierra, iniciando un proceso de degradación que los transformará en alimento y semillas para todo lo nuevo que resurgirá en la primavera siguiente.

Por ello debemos agradecer todo lo recibido, tanto material como espiritual; nuestros éxitos y nuestras dificultades, ya que ellas nos han ayudado a superarnos y a descubrir quienes somos y que somos capaces de hacer.

El equinoccio nos habla de que todo cambia, que nada permanece igual, por eso debemos soltar lo que ya no necesitamos. Nuestras vidas pasan por ciclos de crecimiento, cosecha, muerte y renacimiento tal como lo vemos en la naturaleza.

Es el momento adecuado para configurar nuestro espacio interno, reordenar, soltar… , para dar espacio a lo que ha de venir. Practicar la meditación, escuchar nuestra esencia, observar lo que quiere surgir, ya que a medida que los días se acortan, nos enfrentamos a nuestra oscuridad (ego y subconsciente), para prepararnos al nacimiento de la luz interior, que la celebraremos en el solsticio de invierno.


Este es un tiempo mediante el cual podemos establecer nuevos patrones de vida, a través del pensamiento, la palabra y la acción. Aprovechemos para crear, vibrar en positivo y vivir en coherencia a nuestra naturaleza. Vibrar en el amor!!!


Laura Berbis

Coach@PNL




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