Las Polaridades
- Laura Berbis
- 1 jul 2021
- 2 Min. de lectura

Nuestra personalidad se compone de multitud de facetas opuestas, de polaridades que se desarrollan a partir nuestro centro.
La polaridad, es el tener dos polos opuestos, dos opciones diferentes, como los polos del imán. Podemos buscar nuestro mayor “defecto” y ver su polaridad como una cualidad también: puedo ser muy amorosa y muy colérica. Lo mismo con una cualidad. Puedo ser muy “amorosa” pero en ciertos momentos puedo ser muy “colérica”.
Cuando más nos expandamos en armonía y equilibrio, más aceptamos y reconocemos nuestras polaridades, logrando ponerlas en sintonía y re-equilibrarnos interiormente.
El principio de la polaridad describe que todo lo manifestado tiene dos aspectos, un par de opuestos con innumerables grados entre ambos extremos.
Como nos explica en el Kybalión: “todo es dual; todo tiene polos; todo, su par de opuestos; los semejantes y distintos son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo solo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semi-verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse”.
La manifestación dual de la realidad nos permite transitar de un estado emocional a otro. Cuando nos definimos en una polaridad u otra siempre estaremos siendo inexactos e injustos con nosotros mismos. No existe el estado absoluto. Nadie es "divertido" o "aburrido", nadie es "buena" o "mala" persona, todos somos seres que transitan polaridades. Por ello, cuanto menos nos categoricemos más flexibilidad y libertad tendremos para adaptarnos a lo que nos suceda.
El desequilibrio se produce cuando mostramos las características consideradas como “buenas” (valentía, fuerza, orgullo, altruismo, amor) y “tapamos” las consideradas como “malas” (cólera, crueldad, debilidad, egoísmo) y eso tarde o temprano tiene que salir por algún lado y esas características “malas” se quedan dentro, creando una coraza que no nos permite mostrarnos tal somos, sintiéndonos atrapados. Los juicios de valor sobre que es malo y que es bueno, hacen que desarrollemos y mostremos las “buenas” y escondamos las “malas” y eso nos distorsiona y nos desequilibra. No hablamos de exhibir tristeza o cólera deliberadamente, sino ser conscientes que eso puede ocurrir y aceptar interiormente cuando esto nos ocurra.
Dentro de nuestra familia, en las relaciones sentimentales, en el grupo de trabajo o con nuestros amigos todos manifestamos polaridades que han de equilibrarse en un proceso llamado homeostasis. Nuestro posicionamiento influye y determina el de los demás. Por ejemplo, tu grado de sometimiento influirá en el grado de dominación de quien te rodea, tu grado de responsabilidad podrá influir en la irresponsabilidad de otros, etc... Equilibrando tus polaridades puedes influir y alterar el posicionamiento del sistema.
En definitiva, se trata de tener consciencia de la existencia de los dos polos de cada actitud, y vivir ambas, eso es parte del proceso de caminar con dos piernas, no con una. Recordemos, para volar hacen falta dos alas. La integración de las polaridades nos permite descubrirnos a nosotros mismos y exprimir nuestro mayor potencial. En palabras de Jung: “el individuo no está completo hasta que no integra ambos polos”.
Laura Berbis
Coach@PNL
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